La verdad sobre la Teletón y el dinero que nosotros los chilenos inocentemente «donamos».
En 1978, nace una idea aparentemente altruista y alejada de las contingencias: un conocido animador de TV, fanático libremercadista, «descubre» que los niños «discapacitados» de nuestro país se encuentran en el más completo abandono, que el Estado los ignora y sólo aquellos enfermos adinerados pueden financiar su recuperación. Para enfrentar esa triste realidad, el aludido bufón jázaro-semita, autodenominado «Don Francisco», decide copiar una idea que ya se materializaba en EE.UU. y era animada en ese país por un «actor» ligado a las mafias de sus tierras, el también judío Jerry Lewis.
La fórmula consistía en invitar a las más importantes empresas del país para que traspasaran a la entidad que se creara para administrar el tema, una parte de las ventas de un determinado período, todo ello con un apabullador aporte publicitario con un directo ataque a las emociones más primitivas del ser humano. El evento final se comprometía a ser transmitido en cadena nacional de TV con la participación de todos: animadores, actores, futbolistas, vendedores de diarios, taxistas, empresarios, etc. Y, desde luego, se «invitaba» a toda la población a donar dinero a la causa.
Hoy en día, los saltimbanquis de siempre se pelean a fuego limpio un lugar destacado en la exhibición. Y los politicastros de turno suspenden sus reuniones de coimas o entregas de país y también acuden en semejantes momentos a lavar su imagen.
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